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El declive social, económico y político de los Estados Unidos se acelerará durante el mandato de Donald Trump. Los medios de comunicación dominantes muestran su gobierno como un desastre y le acusan de destruir la posición de EEUU en el mundo con movimientos tales como la retirada del acuerdo climático de París. La realidad es que la presidencia de Trump y la crisis de sus colaboradores son los síntomas de la decadencia de la nación, más que su causa, y simplemente prueba que los estadounidenses se han
hartado del gobierno de Washington, además de demostrar su profunda desconfianza en los medios de comunicación dominantes de los Estados Unidos. Además, Donald Trump es parte del sistema, por lo que no sorprende que Steve Bannon y su plataforma “populista” (que le ayudó a llegar a la presidencia) hayan sido expulsados de la Casa Blanca y el presidente se eche en brazos del estamento militar (al que nadie votó) representado por John Kelly, H.R. McMaster y John Mattis. Sus bases empiezan a resquebrajarse al tiempo que queman las gorras con el “Hagamos América Grande de nuevo” como símbolo de protesta en Twitter y seguidores de renombre como Ann Coulter dan la espalda a sus políticas.
Tras el despido de Steve Bannon, EEUU continuará con su política habitual, lo que significa que su deuda pública crecerá de manera indefinida. Las peleas entre los medios de comunicación y la Casa Blanca son una distracción de los problemas reales: los presupuestos de Trump, que solo son viables si la recaudación de impuestos es el doble de la actual; y el aumento del gasto en seguridad social a la vez que el del gasto militar,
hasta el 50% del presupuesto. EEUU intentará seguir con su estrategia del llamado “dominio” militar, como explicaremos. Incluso si el gobierno de Trump es capaz de construir el muro entre México y EEUU, la inmigración seguirá creando un crecimiento económico del 5%. El presidente Trump no será capaz de restablecer la confianza de los grupos Euro-Americanos,
que tienden a reducirse en número mientras las tensiones entre los distintos
grupos étnicos crecen. Los medios de comunicación dominantes atacan sin tregua a su gobierno; EEUU es ahora un país gobernado por un establishment abiertamente en guerra consigo mismo. La posibilidad de conflictos violentos internos aumenta, mientras los enemigos de los Estados Unidos esperan el momento adecuado para poner fin a la hegemonía estadounidense. Una ambición militar que carece de apoyo, una economía
insostenible, agitación social y ahora los rumores de una epidemia nminente de drogadicción dibujan un futuro desolador.
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