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Los conflictos en Oriente Medio y Europa no se pueden entender sin un conocimiento adecuado del mercado del gas. El gas será pronto más importante que el petróleo, al tiempo que las energías fósiles seguirán siendo mucho más importantes que las renovables. Incluso en Alemania, donde se ha desarrollado notablemente el uso de las energías eólica y solar, la dependencia energética del petróleo, el gas y el carbón es del 80%. La relevancia del gas en la geopolítica, así como la seguridad energética, son complicadas, por lo que primero trataremos de explicarlo desde una perspectiva global, para posteriormente ir al detalle. Las energías renovables no sustituirán al gas o al carbón en el futuro próximo; más bien, será el declive demográfico lo que reduzca el consumo de gas, petróleo y carbón y hará Europa sostenible, como ya ocurrió en Japón. Sin embargo, países como Alemania, Reino Unido, Italia o Francia se preparan para la llegada de migraciones masivas procedentes de África y Asia Central, en proporciones bíblicas, por lo que se espera que su población se estabilice o crezca.
Gazprom, más influyente en el mercado del gas europeo que Bruselas
En 2002, Putin nombró a Alexei Miller, un antiguo miembro del Comité de Relaciones Exteriores del gobierno de San Petersburgo, presidente del consejo directivo de Ga-zprom. Vladimir Putin ascendió al poder a principios de los noventa cuando trabajaba en San Petersburgo y fue testigo del desmantelamiento de la Unión Soviética llevado a cabo por Boris Yeltsin2. En ese momento, los recursos rusos se repartían entre las compañías occidentales, la esperanza de vida caía y un grupo de oligarcas judíos, como Boris Berezovsky, Mikhail Khodorkovsky y Vladimir Gusinsky movían los hilos del Kremlin. Rusia se hundía mientras Occidente aplaudía las reformas económicas y políticas llevadas a cabo por Boris Yeltsin.
Vladimir Putin, enojado por el saqueo del país llevado a cabo bajo el pretexto de introducir la economía de libro mercado y las políticas neoliberales, se autoimpuso la tarea de anular muchas de las acciones previas y prevenir que la riqueza pasara del estado ruso a las compañías occidentales y a los oligarcas judíos de Rusia. Alexei Miller consiguió recuperar los activos de gas. Por ejemplo, Gazprom adquirió la mayoría de las participaciones en el proyecto de petróleo y gas Sakhalin-2, liderado por la Royal Dutch Shell. Shell tuvo que rendirse, bajo amenaza de ser obligada a pagar una multa multimillonaria por daños medioambientales y por miedo a que el Kremlin revocase todas sus licencias y permisos.
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